Prólogo

Las estadísticas de la delincuencia proporcionan la base para evaluar las tendencias del delito, y los investigadores esperan que esas estadísticas sean comparables en el plano internacional. En la práctica, sin embargo, las estadísticas de la delincuencia todavía distan mucho de satisfacer esas expectativas. Como dijo Marvin Wolfgang, “las comparaciones internacionales basadas únicamente en el recuento del número de infracciones de un tipo determinado dividido por una población constante refleja una arrogancia arbitraria de supuesta similitud que ignora las diversidades culturales”. Por cierto, no hay duda de que las tasas de delincuencia varían enormemente de país a país y que un mejor conocimiento de esas variaciones sería sumamente útil en el análisis de los fenómenos del desarrollo social. Gary Becker, ganador del Premio Nóbel en ciencias económicas de 1992, observó que, si bien con frecuencia las estadísticas oficiales de la delincuencia son difíciles de interpretar, en general los países en desarrollo más pobres y de desarrollo más lento tienen índices de delincuencia superiores, y con frecuencia muy superiores. Pregunta si las tasas de delincuencia más altas contribuyen también a la pobreza y al debilitamiento del crecimiento y llega a la conclusión de que la respuesta es afirmativa.

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